Biografía

Oscar-martinez

Óscar Martínez nace en 1951, en Ixtepec, Oaxaca. durante su juventud se dedicó al estudio de la pintura y escultura en “la esmeralda” y actualmente se le considera como parte de la corriente denominada: “escuela oaxaqueña de pintura”. Su trabajo destaca por el movimiento rítmico y la plasticidad de sus composiciones, en sus pinturas el color es un elemento plástico puesto que se establece con fuerza, es decir que le atribuye un significado lleno de fuerza y misticismo.

Óscar Martínez continúa fiel a los símbolos y colores que construyen su lenguaje pictórico, la seguridad que ha alcanzado en el lienzo surgió a partir de una experimentación que abarca ya varios años, en las visiones místicas de Martínez se percibe la tensión entre las fuerzas de la naturaleza, vitalidad de la pintura joven de Oaxaca, referencias al pasado, culturas nativas y sobre todo una resignificación de lo cotidiano valiéndose de una mezcla de caligrafía infantil y absoluta comunicación con el color.

En Juchitán Se percibe la tensión entre las fuerzas de la naturaleza y la energía que fluye de lo místico religioso a la vitalidad de la pintura joven de Oaxaca, las referencias al pasado y las culturas nativas comparten las páginas de esta obra y se mezclan con los trazos de la caligrafía infantil y las visiones místicas. En la pintura oaxaqueña el color no solo es un elemento decorativo, pues tiene un valor simbólico en él podemos darnos cuenta que el Tlacuilo está vivo aún. Óscar Martínez llegó a Juchitán como hace ya más de 26 años y fue ahí donde desarrolló su arte, pues Juchitán es una base para la inspiración de muchos artistas.

“Luchando a brazo partido con el calor del Istmo y el marasmo ideológico que viven los líderes políticos, la intelectualidad y los artistas en Juchitán, Óscar Martínez ha sido fiel a su causa, tanto política como estética. Por la primera ha gastado no poco de su talento y energía decorando bardas como parte de la difusión política llevada a cabo por la COCEI en los pueblos de la región, donde sus colores estridentes lucen y compiten con la inclemencia lumínica del sol tropical que reverbera en las semi áridas tierras del sur del Istmo. Si por la primera ha sido marginado por las instituciones culturales oficiales y oficiosas, por la segunda ha sido excluido de las galerías privadas, como la Ponce, por no aceptar convertirse en un fabricante de sucedáneos para quienes no pueden comprar obras de los grandes maestros oaxaqueños. Es decir, ha buscado un lenguaje y color propios, a pesar del costo que esta fidelidad hacia su libertad de creación artística ha tenido para él.”

*Víctor de la cruz en el diario noticias de Oaxaca